Ya podemos disipar algunas dudas sobre el giro que ha tomado la franquicia con nuevo director (Tony Gilroy, un tipo que sabe lo que se hace) y protagonista (Jeremy Renner), es decir, prácticamente ninguno si obviamos el cambio de nombres en los créditos. El estilo Bourne se aprecia no solo en las abundantes escenas de acción del avance, sino incluso en la ropa del protagonista, que repite los tonos azules y grises que sirvieron de uniforme a Matt Damon durante las 3 entregas precedentes. Además, que nos reencontremos con viejos conocidos como Alber Finney y Joan Allen contribuye a dar esa sensación de cohesión entre películas que tan necesaria se antoja cuando pretendes continuar una saga sin su protagonista. Vamos, que podía haber ido mucho peor.
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