miércoles, 18 de abril de 2012

Las 10 cosas más molestas de las busetas

El proceso de bajarse, toda una hazaña
Cuando la buseta está absolutamente copada y aún falta una docena de cuadras para llegar al destino, es imprescindible empezar ese tortuoso proceso de bajada. Si se logra a tiempo reduciendo al mínimo el roce con la turbamulta y preservando la billetera, el celular y una que otra pelvis. Peor es para el que se queda dormido y justo donde es su destino pide que pare en la esquina, de verdad es toda una hazaña. 

La distribución de las sillas y el diseño ‘económico’ del espacio
Es cierto que el promedio de estatura de los colombianos no es superior a 1,70m, que no se cumple ni la mínima del ejército alemán, sin embargo, no cabe duda de que los ingenieros y diseñadores (bien sean profesionales de universidad o empíricos de la industria) que idearon la repartición ‘económica’ de los asientos dentro de las busetas, pensaron de manera equivocada en vehículos para una sociedad de pigmeos. 

Que el conductor/cajero/administrador no tenga vueltas
No tener ‘sencillo’ no es necesariamente una situación premeditada por los usuarios de buseta. Sabiendo que al pagar el pasaje con un billete de alto calibre se corre el riesgo de ser víctima de una equivocación humana donde se pueden perder las ‘vueltas’ siendo este el mejor de los casos, porque a la salida el riesgo de ser atracados por aquellos que vieron poco y mucho sus billetes, el dinero menudo es casi un requisito para utilizar el servicio. Sin embargo no siempre se cuenta con esa suerte. 

El comercio misceláneo
Así sea informal, el trabajo no es deshonra, el trabajo dignifica, y frente a la complicada situación de empleo que existe en el país (y en el mundo), el rebusque y la recursividad para lograr algunos miles de pesos debería ser valorado. Sin embargo, el comercio misceláneo que abarrota a las busetas es para muchos una molestia más que una solución a la necesidad de un caramelo, un almanaque de cocina italiana, un espectáculo artístico o un calendario japonés. 

"La gordita del fondo ¿me colabora hacia atrás?"
Suponiendo que más allá de la estatura, en ‘anchura’ los colombianos somos supremamente estilizados, y que en realidad, en beneficio de la familia del conductor y del bolsillo del empresario del transporte la distribución ‘económica’ de las sillas es válida, aún así, no se justifica intentar meter ciudadanos donde ni la física cuántica y astronómica no va a hacer es posible esto. Por más que la fuerza de voluntad del conductor sea infinita, el bus, como cualquier espacio, tiene un límite.

Se trata de ese momento cuando luego de lograr subir al vehículo con dificultad y contra la propia voluntad porque no había otra opción para llegar a casa, en medio de la recua que más parece una barra brava, el conductor lo localiza por su físico o vestimenta y le dice: "La señora, si la gordita de azul ¿me colabora hacia atrás?". En ese momento solo provoca invitar al chofer a hacer parte de los pasajeros para comprobar su tesis del espacio infinito y decirle que su señora era un niña de 16 años.

La arbitrariedad de algunos conductores
Sin la intención de generalizar, la arbitrariedad de algunos conductores de buseta es sin duda una de las cosas más molestas. En ocasiones, pareciera que no son conscientes de que a sus espaldas llevan personas y que piensan que las normas de urbanidad no aplican para la calle. Eso de parquear, frenar, acelerar donde se les da la gana, ni contar que se baja un pie y ya la buseta arrancó

El trasbordo no planeado 
Que el vehículo se vare, eso le puede pasar a cualquiera, y no necesariamente el conductor es el culpable. Seguramente algo tendrá que ver el mantenimiento del bus y la normatividad para su circulación. Pero lo realmente molesto es el trasbordo no planeado que se debe realizar cuando un bus encalla en mitad de una avenida atestada de más buses, más gente y polución. Nomas consiste en estar plácidamente sentado cuando, de repente, se detiene el automotor y el conductor, de manera perentoria, solicita colaboración para que todos los pasajeros se trasladen a otra buseta con idéntica ruta. Al hacerlo, se pierde el asiento, se hacina la gente, y se viaja a velocidad de crucero, probablemente cumpliendo con las sugerencias de un controlador de ruta".

La música ‘guapachosa’ y la programación de la radio 
Entre gustos no hay disgustos, pero es claro que cuando se trata de un espacio público, es preciso que todo sea un poco más democrático, incluyendo por supuesto la música. Que Colombia sea un país ‘sabroso’ en medio del trópico, no quiere decir que todos y cada uno de los ciudadanos son la reproducción cotidiana de los salseros, merengueros y reggeatoneros que se escuchan comúnmente en los buses. A más de uno le debe molestar que sintonicen esas funestas emisoras que tienen una programación propia para desadaptados, pervertidos. 

La cadena de pago, de atrás hacia adelante
La solidaridad debe ser máxima de vida en las relaciones sociales, y no cabe duda que cuando se puede ayudar a otro ciudadano, la posibilidad se convierte en un deber. Es el caso de las cadenas de pago, de atrás hacia delante, donde más allá de las molestias que puedan causar, no hay opción de no recibir esas monedas envueltas en billete de mil.

Esto sucede cuando luego de comprobar que la tesis del espacio infinito no funciona por delante, el conductor decide seguir invitando gente a la fiesta por la puerta trasera. Como no es posible atravesar la turbamulta para cancelar el servicio, el dinero debe hacerse llegar al punto de pago con la ayuda de la multitud y sin saber cuantas monedas se "perdieron" en el camino

El roce social/sexual
Muy probablemente, lo más molesto, incómodo e irritante de la aventura que suponen los viajes en busetas ejecutivas, es el roce social/sexual. Este momento, particularmente se da en toda la travesía: en la subida, durante la estadía, y como no, en la bajada. Así mismo, todos sin discriminación alguna a excepción del conductor, son víctimas del roce.

Es social, porque indiscutiblemente se llega a un nivel de integración que no se vive en ningún otro lugar, ni siquiera en el estadio donde las tribunas están divididas de acuerdo a la capacidad adquisitiva. El bus no discrimina de procedencia económica, cultural o religiosa. Es sexual, porque los miembros del cuerpo que fisiológicamente están destinados a la reproducción y al placer, viven aquí todo un festín, el problema es que el festín es obligado e indeseado.

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